NB : El argumento esgrimido por el filósofo Olavo de Carvalho a mitad de la película, en respuesta a quienes afirman que no podemos saber si el feto o embrión humano es un ser humano, es interesante: quienes se niegan a reconocer que el embrión humano es un ser humano tampoco pueden demostrar que el embrión humano no sea un ser humano, por lo que, como mínimo, debemos aplicar el principio de precaución y, en caso de duda, abstenernos de matar a ese embrión que puede ser un ser humano. Es un argumento filosófico interesante, por supuesto, pero no debe ocultar el hecho de que la ciencia (embriología, biología, etc.) no tiene ninguna duda, y puede ver que el embrión humano es un ser humano vivo desde el momento de la concepción, y por tanto un ser humano (no es ni una masa de células, ni un ser no humano…). Ningún científico puede negarlo. El Pr Jérôme Lejeune no se cansaba de recordárselo a quienes, por ignorancia o mala fe, le ignoraban. Le gustaba repetir: «el hombre pequeño es un hombre pequeño». Desde el momento en que los gametos del padre y de la madre se fusionan, el embrión concebido es un pequeño ser humano, portador de la herencia genética de sus padres, un hombrecito.